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Hoy, amigos, quiero hablaros de una iniciativa que estoy seguro de que todos vosotros conocéis: me refiero al reciclaje de medicamentos, al famoso punto SIGRE.
Como todos sabéis, en prácticamente todas las farmacias de nuestra geografía podéis encontrar un contenedor destinado a que depositemos en él aquellos medicamentos caducados que podamos tener en casa y que, bajo ningún concepto, debemos tirar a la basura convencional.

Por Raúl Torres

Con este contenedor, lo que se pretende es un doble objetivo: medioambiental y sanitario.
En lo que respecta al objetivo medioambiental, está claro, se busca reducir el impacto ambiental que los envases y los restos de medicamentos pueden tener en el medio ambiente. Los envases, porque no suelen ser biodegradables y los restos de medicamentos por las sustancias que contienen, su traspaso a la tierra o el agua puede tener consecuencias nocivas.
Pero el motivo por el que hoy he querido hablar de esta iniciativa es, en realidad, por el objetivo sanitario ¿y por qué? Porque me parece un perfecto ejemplo de nuestra ya famosa regla de las tres R ¿la recuerdas? Reducir, reutilizar y reciclar.
Pues bien, el objetivo sanitario no es otro que la educación a la población en general de la no acumulación de medicamentos, y de un adecuado uso de ellos.
Yo creo que todos tendremos en la memoria esas cajas o cajones, repletas de medicación, que nuestros abuelos solían tener en casa. Cajas y más cajas de pastillas que muchas veces, a la hora de la verdad, estaban caducadas cuando ibas a tomarlas.
Aquí vemos la necesidad de reducir este consumo, el ejemplo de la medicación es muy claro: consume las que necesites, no más.
Y cuando termines el tratamiento, si te quedan pastillas, las guardas por si te hacen falta más adelante.
Y sólo si caducan sin que hayas necesitado utilizarlas, las reciclas en el punto SIGRE, evitando de esa manera dañar al medioambiente.
Como veis, nuestra querida regla se aplica a todos los conceptos medioambientales que queráis. Y resulta muy útil, en el caso de los medicamentos hay que reconocer que se ha logrado un gran avance, y ya no existe esa desesperación, si me permitís la expresión, por almacenar en casa centenares y centenares de pastillas “por si acaso”. Y no ha supuesto una merma en la calidad de nuestra salud, amigos.
Porque ese es el verdadero avance en lo que a sensibilización medioambiental se refiere: ser conscientes de que un consumo más racional no significa una menor calidad de vida.
Hasta la semana que viene, amigos.